Lo sé, amo los procesos. Los momentos previos, la preparación, la ejecución y el revelado posterior. Captar un concepto, atrapar ritmos, movimientos incluso en lo quieto e inesperado.
Todo esto viene desde el origen. Quizás figuras de grandes docentes universitarios como la de pintura Lola Sánchez Díaz, el de dibujo José Luis Mauri, Juan Carlos Arañó en didáctica del dibujo, o Maite Carrasco en grabado y litografía, abrieron inicios de caminos que hoy por hoy han tomado derroteros que no olvidan sus raíces.
La colección de retratos era, en el fondo, un homenaje a mi padre. Profesional en otro campo y amante de la fotografía, me tuvo delante de su cámara durante años. Ahora, muchos años más tarde, esas imágenes me provocan algo más que recuerdos, me ayudan a conocer cómo era más allá de lo que contaba o expresaba.
El retrato desnuda a la persona. Aún posando, tu forma de ser queda reflejada.
La colección de retratos se realizó entre los años 1988 y 1989. Las y los modelos fueron amigos, colegas y compañeros de estudios. A todas y todos ellos y ellas… gracias. Paloma Llanos, entonces periodista del medio DIARIO 16 escribió toda una contra portada dentro de su sección “generación 1992”. El año 92 fue el de la gran exposición universal de Sevilla, ciudad donde expuse por primera vez esta colección.
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De la serie de desnudos y ritmos queda poco material revelado en mis manos. Sí que guardo sus negativos, pero eso es otro cantar.
Este proyecto surgió tras charlas con Jesús, protagonista de las tres piezas que puedes ver en esta página. Deseaba ser fotografiado, pero también algo diferente. La estética de la época, al borde de los años noventa, pesó en el resultado final.
Esta colección estaba compuesta por unas veinte imágenes. Ambos géneros fueron la base para generar ritmos visuales y composiciones que también bebieron de los retablos que me prendaron desde pequeño, así como de lecturas donde nada era lo que parecía en un principio.
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De la serie de desnudos y ritmos queda poco material revelado en mis manos. Sí que guardo sus negativos, pero eso es otro cantar.
Este proyecto surgió tras charlas con Jesús, protagonista de las tres piezas que puedes ver en esta página. Deseaba ser fotografiado, pero también algo diferente. La estética de la época, al borde de los años noventa, pesó en el resultado final.
Esta colección estaba compuesta por unas veinte imágenes. Ambos géneros fueron la base para generar ritmos visuales y composiciones que también bebieron de los retablos que me prendaron desde pequeño, así como de lecturas donde nada era lo que parecía en un principio.
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De la serie de desnudos y ritmos queda poco material revelado en mis manos. Sí que guardo sus negativos, pero eso es otro cantar.
Este proyecto surgió tras charlas con Jesús, protagonista de las tres piezas que puedes ver en esta página. Deseaba ser fotografiado, pero también algo diferente. La estética de la época, al borde de los años noventa, pesó en el resultado final.
Esta colección estaba compuesta por unas veinte imágenes. Ambos géneros fueron la base para generar ritmos visuales y composiciones que también bebieron de los retablos que me prendaron desde pequeño, así como de lecturas donde nada era lo que parecía en un principio.
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Mujer andaluza fue el título de un reportaje de la revista LA OFICIAL, un monográfico trimestral, editado desde Sevilla y dirigido por Diego Íñiguez Rivero y por José Pérez del Ama Halcón, en el que participé como fotógrafo en su primer número, dedicado al mito de lo que dio título a este fotoreportaje publicado el año 1990 y del que, más de treinta años después, solo se conservan estas imágenes.